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viernes, 11 de junio de 2010

Carta a el Sr. Ángel Miguel Queremel.




Sr. Ángel Miguel Queremel.

Me dirijo a ti, a causa de mi impresión, de lo que plasmó en su poema titulado "El reloj", cuando por cuestiones de la vida llegó a mí.
Te preguntaras el porqué, y te lo he de contestar. El porqué de este acontecimiento es simple y sé que tú lo sabes, solo tú lo sabes.
Yo tampoco quiero saber nada de nada, aunque no sepamos que es la nada, aunque vivamos en la nada, aunque nosotros seamos nada.
En momentos me asedia tu desnudez, al poder descubrirme de igual modo, sintiendome descubierta y extraviada conmigo misma; aunque tú me recuerdes y ese recuerdo crea en ti tal sentimiento, yo no podré decirte lo mismo aún no recuerdo que te recuerde.
Cerrare los ojos juntos a ti, para poder descubrir contigo lo que haz llegado a ver que y yo aún no lo encuentro; será que tu deseo te hace alucinar ¿qué crees tú?, porque yo sigo con mi terquedad que me hace única, y que me hace inútil a tu deseo.

Sé que no me quieres olvidar, sé que mi recuerdo te hace palpitar, aunque mi alma se puso como una sierpe cuando se enteró de tu travesura; entonces seremos fantasmas del ayer, de esos recuerdos inolvidables.

Entonces somos emoción, terquedad, deseo y alma, sentimientos encontrados que hacen palpitar sobre mi fría.
Entonces somos, sierpe blanca, de la vulgar tragedia de un recuerdo fiel.

Quiero decirte que yo soy un fantasma sin paz en un mundo de respiros débiles y sensaciones agobiantes, sí, así me siento en este cuento alucinante.
Aunque tu corazón es la máscara del latido, mi corazón es un reloj sangriento; entonces esperemos que el latir del reloj nos vuelva a encontrar una vez más, para así seguir siendo fantasmas del ayer.
Adriana Córdova

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